jueves, 8 de octubre de 2009

Laberinto astrológico.



Encontre un muy curioso artículo en una revista (Feriado) de 14 de marzo de 1999 y me sentí identificado por el signo del autor (Sergio Jablon) y sobre todo me sirvio para reir un rato. Si eres Venezolano (a), seguro recuerdas algo del final.

Soy una persona llena de obseciones, pero con tendencia a la sencilles. Hasta hace poco, por ejemplo, me conformaba con saber que era del signo zodiacal Libra. Me representaba una balanza, lo que significaba que yo siempre buscaba el equilibrio y una constelación a la que nunca pude reconocer a pesar de que me la señalaron mil veces. Ocasionalmente, junto a mi símbolo, aparecía una larga lista de personalidades, todas nacidas entre en 23 de septiembre y el 22 de octubre, que me hacían sentir poco menos que un Dios romano: grandes artistas, pensadores, políticos y escritores tenían una báscula en común conmigo.

Eran días felices. Agarra la sección del horóscopo de la revista que tuviese a mano y me conformaba con la opinión de cualquier expertosobre cuál sería mi futuro inmediato. Todavía los astrólogos no eran figuras públicas y lo más cercano a un vidente televisivo era un narizón que respondía al oscuro nombre de Horangel, cuyo mayor logro no era tanto predecir el futuro como adivinar el signo del invitado, una labor que ahora podrá parecer un tanto burda, pero que en aquel entonces era titánica y se llevaba a cabo entre 13 personas -Horangel incluido- en una sesión de dos horas de larga conversación.

Recién empezaba a acostumbrarme a tener un planeta regente cuando apareció la masificación del horóscopo. Cualquier programa mañanero que se respetara requería de al menos un astrólogo. Era preferible salir a la calle sin zapatos que sin vaticinios. Fue entonces cuando apareció el ascendente, que me reveló que ser libra no era suficiente porque si tenía, por decir algo, un ascendente acuarianomis características eran radicalmente diferentes a las de, digamos un Libra con ascendente en Tauro. Y saber el ascendente no era ninguna tontería. Para ello, además de averiguar la hora exacta de mi nacimiento tenía que conocer el mapa astral de la zona en la cual había nacido.

No bien comenzaba mis investigaciones al respecto, una corrosiva invasión oriental me advirtío que, no conforme con ser libra además era Mono. Y, obviamente, no es lo mismo ser un Libra a secas, que un Libra Mono con ascendente Acuario nacido bajo la luna llena del cono sur, hechos que me convirtieron sin ninguna transición de "persona en búsqueda de equilibrio"a un individuo "idealista, inquieto, dominante, intelectual, encantador, divertido, disperso, soñador, indeciso y de polaridad femenino-perceptiva". Demás está decir que a partir de aquel momentoya no me servía cualquier horóscopo.

Lo peor es que, aún tomado así, conocer mi horóscopo nada más tampoco era suficiente. Necesitaba el de la pareja, porque sólo las estrelas tenían la última palabra en lo que se refiere a compatibilidad. ¿En casa de quién estaba Mercurio?, ¿y por dónde caía Venus?, ¡sálvese quien pueda que Plutón es Casa ocho!

El detalle era que para aquel entonces estaba enamorado y nadie parecía acordarse de la hora exacta de mi nacimiento: mi mamá había estado muy ocupada pariendo y mi papá, con la angustia de ¿será hembra, o será varón?, olvidó preguntar la hora. Detalles que nimiedades en aquel entonces, pero que hoy me llenan de dudas. Al fin y al cabo, qué pudiera ser más grato que sentir que toda mi personalidad y mis actos ya están predeterminados por una fuerza superior. Si hasta las mareas tuvieron que ver con el momento de mi nacimiento. ¿qué me importa el canon de alquiler y los interesas de las tarjetas?

El detalla era que el final nunca lograba entender nada. Los beneficios que tenían el pasar de la Luna por Libra se veían contrarrestados por una estrella fugaz en Géminis que afectaba a los Gatos, Dragones y Monos según estuviesen ascendentes en aire, fuego o tierra respectivamente. No había forma de estar bien, pero tampoco se llegaba a estar del todo mal. Para colmo el entorno era confuso y una amiga de mi mamá que se quitaba la edad no cambiaba a pesar de pasar de Dragón a Rata a Serpiente a Cabra a Perro en menos de una década.
En definitiva, si las estrellas se hubiese tomado la molestia de escribir un poco más claro, todo estaría mejor. Decidí volver a ser Libra a secas. Ya sé que tiene menos abolengo, pero cuando menos me permite mantener una manía grata, que además tengo el gusto de compartir con el resto de la humanidad ¿O acaso niega que el abrir esta revista ustad se encamina directamente a la sección de Adriana Azzi?


P.D: para lo lectores fuera de Venezuela, Adriana Azzi era una muy famosa astróloga que se encargaba de escribir el horóscopo en muchas revisas, tambien conocida como la diosa de los astros.

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